Yoga es la ciencia más antigua de mejoramiento humano que existe. Por tanto, no es para un tipo de personas, sino para todas las personas. Ahora bien, no todas las personas están dispuestas a valorarlo o integrarlo en sus vidas. Incluso hay personas que han determinado qué es el yoga sin ni siquiera acercarse a practicarlo. Eso es común y responde al libre albedrío.
Por ello en este momento abro mi corazón para mostrar y compartir un ápice de lo que el yoga me ha otorgado, dentro y fuera de la esterilla. Cómo ha sido un grandioso regalo que permite transitar la vida con visión clara, desde la esencia, el brillo y la plenitud.
Partimos de la premisa de que estamos en un cuerpo humano cuya diferencia reside en la conciencia; lo cual nos invita a explorarla y elevarla, en vez de quedarnos atrapad@s en instintos que no nos diferencien del ciclo de la cucaracha: nace-crece-se reproduce-muere…
Por otro lado, sabemos que cuando somos conscientes, es cuando realmente estamos viviendo y eso requiere entrenar la atención que, normalmente, se difumina entre miles de pensamientos diarios haciéndonos caer en automatismos y patrones repetitivos. Realmente, no conozco método más amoroso y holístico que permita entrenar la atención, mejorar la relación con la mente y otorgarte soberanía en la estabilidad interior, que el yoga.
La sādhanā o practica del yoga en la esterilla me ratificó que no busco poner un pie en la nuca sino encontrarme con mi esencia, regular mis sentidos y hacer de mi mente, mi mejor amiga; lo cual me ha ayudado totalmente a mejorar mis relaciones y a ser tolerante y compasiva, pese a que quede mucho camino por recorrer.
La āsana me enseñó a escuchar a mi cuerpo y a que cada vez que hay una postura difícil en la esterilla, así como en la vida, hay una variante, una alternativa apropiada dispuesta desde el amor. Por tanto, la práctica de āsana no solo es universal y se adapta individualmente, sino que, además, es propicia para las personas poco flexibles física y/o mentalmente desde el esfuerzo personalizado, amoroso o consciente. Al practicar se descubre que no sólo se fortalece el cuerpo físico, sino que también crece la autoconfianza y el autocuidado. Así que yoga promueve y sostiene la salud mental y nos mantiene centrados en el cultivo de la paz interior. Es desde la calma y la presencia desde donde podemos tomar las mejores y más acertadas decisiones.
No se trata sólo de concentración, lo cual ya de por sí mejora en el enfoque en la vida, sino de vibrar en la frecuencia de lo divino, de la abundancia y de los dones en una actitud de gratitud hacia la vida. Esa concentración permite deshacerte del ritmo frenético de la sociedad. Parar, respirar y sentir la vida… Quien controla la respiración, controla la mente. Así de vital y maravilloso es el yoga.
Finalmente, el yoga me susurro: Al final el único y más valioso emprendimiento en tu vida eres tú.
Yoga muestra cómo priorizarte, cómo elegirte haciéndote merecedor@ de un tiempo de calidad a diario para ti mism@. Entre todas las actividades diarias, no resulta descabellado que en tu vida tengas un tiempo diario íntimo contigo mism@ para conocerte, relajarte, ir sacando enredos y acercándote a la esencia que eres; haciendo posible manifestar tu máximo potencial y el ser de luz y de amor que verdaderamente somos, por muy lejos que parezca que estemos.
Yoga abrió el camino donde poder manifestar a la Observadora, tomando distancia de la mente y sus emociones, generando una buena relación con los pensamientos y regulando los sentidos para promover el Buen Vivir y la calidad de vida. Pero, ante todo, yoga apertura el corazón porque ya no necesitas máscaras, escudos ni mecanismos de defensa, fluyendo desde la armonía. Por ello, yoga es libertad…
Os deseo yoga. Os deseo luz, amor, tiempo y libertad.
Namaste.