La anatomía del Yoga recoge las experimentaciones reales de millones de almas buscadoras, durante miles de años; las cuales compartieron un laboratorio común: el cuerpo.
Se basa en la exploración de cómo se expresa la fuerza vital a través de los movimientos físicos, la respiración y la mente.
Ahora bien, en la actualidad, partimos de que, pese a que consideramos muy importante gestionar la conciencia corporal desde la infancia, no somos educad@s en ella. De forma que por muy increíble que suene, normalmente nos encontramos desconectad@s de nuestro primer templo sagrado. De ahí la importancia de aumentar la conciencia corporal y, sobre todo, no esperar a adquirirla a través de la molestia, el dolor y /o la lesión.
Si no sabemos escuchar, nos perdemos el conocimiento, nos ensordecemos…
La conciencia corporal nos activa la escucha profunda y nos conduce al profundo conocimiento experimental que se alinea con nuestra sabiduría interna.
Es el camino hacia un mayor bienestar que, además, evitará lesiones, dentro y fuera de la esterilla, generará movimientos eficientes, alcanzará la āsana, se conducirá en la mayor armonía posible hacia una salud integral.
Obviamente, esta precisa conciencia corporal nutre la salud emocional. Es fácil reconocer que cuando las personas se encuentran desconectadas de su propio cuerpo es más común manifestar baja autoestima o síntomas depresivos.
Esta carencia nos conduce a sentir una inseguridad impactante, ansiedad, estrés y vértigo. No obstante, a medida que vamos tomando conciencia corporal surge mayor aceptación y amor hacia si mism@s, una significativa vitalidad y menos dolores físicos.
El yoga nos pone a disposición la exploración de la anatomía utilizando ese laboratorio personal que es nuestro propio cuerpo físico y posibilita establecer una impresionante relación con la bitácora.
Escuchándonos, respirando y comprendiendo.
Namaste.
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