Entre ayer y hoy, según la franja geográfica, millones de personas celebran Gaṇeśa-caturthī, el Festival en honor a Gaṇeśa considerado la energía divina del aprendizaje y de la prudencia. Experto escriba que transcribió el Mahābhārata.
Su enorme cuerpo de elefante, así como su espacioso vientre simbolizan el cosmos mientras que su cabeza con la trompa, usualmente, girada hacia la izquierda representa el sonido primordial Oṃ (ओं). Como vāhana (transporte) cuenta con un muṣika (ratón). Ambos representan que tanto el ser en el cuerpo más grande como en el más pequeño es maravilloso, único y divino.
Un muṣika también representa una mente descontrolada, negativa y destructiva que vive en lugares oscuros y ocultos; la cual Gaṇeśa puede controlar cabalgando sobre ella. Por ello es reverenciado como liberador de la desgracia y aquel que elimina los obstáculos en el Sendero del Bhakti.
Sin embargo, se precisa conocer la esencia del obstáculo en la vida. La palabra nos llega desde el latín obstacŭlum como impedimento, dificultad y/o inconveniente.
Cierto es que Gaṇeśa nos acompaña en la eliminación de obstáculos, además como “otorgador de éxito” (Siddhi Vināyaka). De manera que recibe reconocimiento reverencial siempre antes de abordar cualquier tipo de actividades desde la lectura de literatura trascendental, en el inicio de cualquier formación y hasta el comienzo de todo tipo de proyectos.
No obstante, también pone ciertos impedimentos en nuestro camino (Vighneśvara) algo que realmente nuestro ego, desde su zona de confort, no desea. Ahora bien, una vida sin obstáculos no es real sino idealizada. Aún si así fuese nos generaría una mente débil que nunca se fortalece ni trasciende, con el peligro de la soberbia de la pseudo creencia de que las cosas suceden, según nuestras expectativas, por nuestros esfuerzos y control. Es decir, esa vida ilusoria solo sobrealimentaría a un ego tan ingenuo como orgulloso cayendo en errores continuos de mal cálculo de partida.
En cada desafío vital hay una oportunidad de crecimiento y sabiduría personal que bien puede sostener el cultivo de la humildad y trascendencia.
En todo caso, si nos determinamos, Gaṇeśa nos guía para superarlos. Según nuestro camino personal se colocan para trascender el velo invisible entre lo que parece y lo que es conocido como Māyā, la ilusión.
Llegado a este punto, el yoga nos enseña cómo alcanzar Viveka (discernimiento). Los seres humanos tenemos la tendencia de vivir muy en automático, apegados a lo temporal, a lo material, a lo efímero, sin aceptar la impermanencia de la vida ni observar que lo real es de naturaleza inmutable y permanente. Sin yoga, nuestro paso por la vida suele ser desde un personaje creado con máscaras, según nuestras heridas, en una representación inconsciente de una obra teatral donde el propio ego y el conflicto con los otros egos nos conduce al sufrimiento y a la insatisfacción de quienes somos y de las relaciones con las demás personas tornándose el camino una lucha constante entre la resistencia y la ilusión en el universo fenoménico.
Según el Śivapurāṇa 2.1.15: “[...] el cisne (haṃsa) tiene el poder de ascender de manera constante. Tiene el poder de discriminar entre lo real y lo irreal, como en (tattvātattva) separar la leche del agua. El cisne (haṃsaka) entiende la distinción entre la ignorancia y el conocimiento (ajñānajñāna)”.
Qué con la práctica de yoga y la iluminación de Gaṇeśa, podamos cada vez ser más como los cisnes en la trayectoria vital.
Oṃ Gam Ganapataye namaḥ
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