Ahaṃkāra, el ego falso cómo descubrirlo, reconocerlo y trascenderlo.
- apremadham88
- 31 ene
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Ahaṃkāra, el ego falso es la parte más perspicaz de nuestro cuerpo sutil; el cual está conformado por la mente, la inteligencia y el ego falso. Es tan sutil que fácilmente, a diario, podemos pasarlo por alto realizando lo contrario de aquello que nos es favorable; de tal manera que, en vez de disolverlo, lo alimentamos haciéndolo cada vez más grande en nuestro perjuicio.

Esto es debido a que nos identificamos con el cuerpo, la mente y los roles hasta el punto de mantener una percepción distorsionada de nuestra esencia, creando una confusión contante en nuestra existencia.
En realidad, se nos olvida o nos es difícil tener presente que, en realidad, somos seres espirituales viviendo una experiencia humana temporal.
Así que surge la grandiosa oportunidad de descubrir nuestro ego falso y de cómo nuestro falso ego nos invita a actuar en la forma más contraproducente desde un frecuente autosabotaje. Al ser consciente de nuestro ego falso, observamos cómo es responsable de nuestros conflictos internos y de nuestras incoherencias personales que nos llenan de sufrimiento.
Cuando comenzamos este camino, nos damos cuenta que el ego ya se encuentra presente desde nuestra infancia temprana siendo, probablemente, los juguetes nuestra primera posesión. Por eso estos objetos que, después quedarán en el olvido, crean tantos problemas, peleas, actitudes defensivas, el posicionarse o negarse a compartir.
Luego vamos identificándonos con nuestro cuerpo, nacionalidad, profesión, roles… Los roles son como la ropa. A veces usamos una u otra dependiendo de la situación. Así, por ejemplo, en casa podemos “ser” la pareja y en el trabajo “somos” el cargo que realizamos etc…Lo interesante es que no nos identificamos con ninguna prenda de ropa, aunque cada quien tenga su favorita no somos la prenda que tanto nos gusta tampoco.
Entonces, ¿por qué nos identificamos con los roles? Porque nos proporcionan cierta gratitud sensorial, algún sentido de importancia, algún reconocimiento, etc…Eso es lo que el ego falso necesita para subsistir, por eso nos empuja a apegarnos cada vez más a los roles hasta el punto de que a la mente le pueda parecer imposible renunciar a ellos…
Se abre un grandioso momento de reflexión donde cada quien observa y toma consciencia de cuáles son sus mayores apegos e identificaciones y de cómo nos afecta. Empero es un desafío enorme porque cuanto más grande y dominante es el ego falso, menos nos damos cuenta del mismo.
Obviamente, como el yoga es un proceso de autoconomiento y crecimiento personal, realizamos este descubrimiento observándonos y autoescuchándonos desde el amor y nunca siendo autocrític@s y sever@s jueces.
Desde esa observación amorosa y consciente lo vamos reconociendo, cada vez más fácilmente motivándonos a sostener la mirada de la consciencia que es consciente inmediatamente del apego, las identificaciones y los patrones conductuales.
Existen multitud de manifestaciones de la presencia de ahaṃkāra y cómo puede estar controlando nuestras vidas. Como comentábamos, la principal es identificarse con el cuerpo y la mente. Sin embargo, hay otras expresiones que forman parte de nuestras conductas como el adueñarse de ideas u opiniones que no son propias; echar la culpa a las demás personas; estar a la defensiva; querer controlar los comportamientos de las demás personas, insistir en tener razón a toda costa; buscar el reconocimiento por algo que decimos o hacemos; o incluso molestarse cuando no lo recibimos…
Es por ello que, aunque se tengan las mejores intenciones, muchas situaciones se arruinan y envenenan por la influencia de nuestro ego falso permaneciendo condicionad@s con un equipaje que venimos arrastrando por muchísimo tiempo aferrándonos a ese peso, cuando nuestra tarea es liberarnos de él de una vez por todas.
Y es que el ego falso se nutre del orgullo, la arrogancia, el sentido de posesión; el deseo impulsivo de querer logros; el apego a la posición social, el tomarnos las cosas a nivel personal; las palabras constantes en nuestro discurso; yo, mi, mío…
Alimentándolo entramos en pugnas internas en el mundo de las apariencias con cosas que no podemos controlar. Obviamente, en ningún caso, supone caer en detrimento del cuerpo físico porque es el vehículo que habitamos y en nombre del autocuidado es preciso mantener los cuatro pilares de amor con él: conocimiento de cómo funciona y somatiza, respeto, autocuidado máximo y responsabilidad sobre él.
A nivel mental, se hace sencilla la comprensión de que si nos identificamos con algo que no somos tiene que haber ansiedad como respuesta, que más allá de un estado de angustia y agitación, y remitiéndonos al vocablo griego “angor” desde donde procede la palabra, designa algo estrecho y doloroso a lo que nos exponemos vivir. Incluso podemos identificarnos hasta el punto de decretar: “yo soy una persona ansiosa”, como un estado emocional de autolesión que no se permite la calma.
Cierto es que el ego falso contamina la inteligencia y la mente porque se encuentran, absolutamente, interconectados. Por lo que desde la distorsión será difícil reconocer nuestros mecanismos de defensa, nuestra responsabilidad o las necesidades de cambio o transformación interior.
No somos la mente por mucho poder que hoy por hoy tenga en nosotr@s. La comprobación está en que cuando surge la observadora puede separarse del escenario mental y emocional; aunque sea por unos instantes.
Junt@s compartimos espacios tan nutritivos como éste, creando una comunidad donde nos inspiramos a actuar mediante herramientas prácticas que posibiliten ignorar las demandas del ego falso; y nos orienten a cultivar cualidades esenciales como la humildad, la tolerancia, la gratitud y el perdón. No obstante, es cierto que estas cualidades no son siempre muy bien entendidas y por ello no suelen ser atractivas en la sociedad actual. Se hace evidente que, tras descubrirlo y reconocerlo, a la hora de actuar se requieren pautas de conducta que permitan transformar los patrones de comportamiento y cierto conocimiento espiritual que haga posible salir de la tiranía de una percepción distorsionada que nos ata. Por lo que se requiere introspección, observación y trabajo interno.
Descubre el grillete, observa su atadura, encuentra en tu interior la llave que lo abre y reconecta con tu esencia para que tu inteligencia no se vea envenenada, tu mente sea la amiga de las aguas calmas y tu esencia consciente la brújula que siempre te acompaña.
Namaste.
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